Tengo ganas de andar en bicicleta y un gorro negro que llevo al monte cuando hace mucho frío.
Ahora, cada día antes de acostarme, cojo el gorro, me lo pongo y me siento en el borde de la cama.
Entonces coloco la cabeza entre las piernas, cierro con todas mis fuerzas los ojos y me doy suave unos golpecitos en la nuca: un, dos, tres, cuatro, cinco golpecitos.
Luego y con mucho cuidado me voy quitando el gorro con las manos y lo cierro con fuerza cuando siento que ya no lo tengo puesto.
Me incorporo mirando el trozo de tela negra sobresaliendo apenas de mi mano y así, con el gorro apretado en un puño, me acerco a una cajita de cartón en el que venía un móvil, no sé bien de quien.
La abro, la caja, y con cuidado dejo ahí mi gorro.
Cierro la caja, suave suave le doy unos golpecitos con los dedos, un, dos, tres, cuatro, cinco golpecitos, vuelvo a abrirla, saco el gorro y guardo todo.
Y me voy a la cama mientras llega otro mañana.
Tengo ganas de andar en bicicleta y una cajita donde venía un móvil no sé bien de quien.
Una caja llena de todas las palabras que no te he podido decir hoy.
Palabras para cuando nos volvamos a ver.