Me han dicho que en los gimnasios trucan los espejos para que al vernos en ellos nos sintamos mejor.
Y nos sentimos mejor porque hemos creído que somos mejores. No, no lo hemos creído, es que realmente nos hemos visto mejor.
Nos sentimos bien solo por lo que nos ha enseñado el espejo trucado. Luces, sombras, mentirosas de gimnasios, de tiendas, de amigos, de amantes que juegan con lo que somos y lo que creemos ser.
Luego el espejo que somos nosotros mismos, nos devolvemos otra imagen. Tan solo es eso, es otra imagen: pero entonces nos sentimos bajos, gordos, feos. Peores.
Pero ¿dónde vive la realidad?¿detrás de qué espejo?
Porque delante solo estamos nosotros, los mismos nosotros.
¿Y si rompiéramos todos los espejos?
¿Y si rompemos ese gran espejo trucado que son los otros? Cristales rotos que muchas veces nos devuelven imágenes que hacen sangre en los ojos.
¿Es tu vida tan miserable o es que delante de su mirada (que luce tan bien, tan rico, tan sano, tan todo) solo ves el reflejo de una miserable vida?
¿Eres tan máquina, tan culto, tan solidario porque juegas con las luces en ese enorme espejo roto que son los otros? ¿o te sientes realmente así en la oscuridad que oculta todos los reflejos?
¿Disfrutaríamos, o sufriríamos, igual de las cosas si nos comprometiéramos a vivirlas en el cuarto oscuro que vive en nuestro silencio?
Yo no tengo respuesta a nada. Pero he comenzado a cerrar los ojos al vivir.