El congelador de momentos

Ayer congelé lentejas. Unas pocas que me sobraron.
Congelamos las sobras para nuestro tiempo sin tiempo. Para llenar platos vacíos, para seguir adelante.
¿Y si pudiéramos congelar momentos? Un solo momento.
¿Qué momento hubieras congelado tú?
Para cuando no encontrases nada con que llenarte, nada con que seguir.
Congelar la risa, la inocencia, la magia de los colores de un instante precioso.
Guardar indemne ese aleteo de hojas de otoño contra el cielo en un lugar donde el tiempo, congelado, nos esperara siempre.
Donde mañana supiéramos que bastará abrir una puerta para volver a vivir, a sentir. Para volver a escucharte reír.
Todo eso que ayer pensé que me sobraba.
Me ha sorprendido el tiempo sin tiempo y con todos los cajones vacíos.
Sí, se me olvidó meter este momento en el congelador. Y lo siento.

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