–A mi señal, desatad el infierno.
Así arenga Máximo a sus tropas en la película Gladiator antes de la gran batalla. Yo paso del infierno, pero me quedo con el desatad.
–A tope eh? – os he dicho yo al oído muchas veces mientras os ajustaba el dorsal, o el gorro, o el casco, o lo que tocara ajustar en cada una de las pequeñas batallas que librabais. Eso era antes.
Ahora me conformo con decíroslo mientras os veo marchar. Con dorsal y sin el. A veces me escucháis, otras es imposible pero os lo digo igual.
–A tope, eh? – Digo a tope y quiero decir desatad toda la vida que tenéis dentro, desatad la pasión por disfrutar, por crecer, por aprender, por vivir. Disfrutad de cada curva, de cada bajada, de ese último kilómetro que se hace eterno y del momento tan maravilloso como efímero de atravesar la meta. Disfrutad de cada fiesta, de cada persona que conocéis, de cada idioma que habláis, de cada ciudad que visitáis. Disfrutad de cada día que vive esperando a que vosotros lleguéis.
Mañana no te desearé suerte. La suerte que haga lo que le de la gana, que para eso es eso, suerte. Solo suerte.
Solo te pediré bajito, desde lejos, que lo hagas a tope. Con la confianza y la sonrisa de haber hecho todo lo que tenías que hacer para hacerlo como tú (y nadie más que tú) quieres hacerlo.
Mañana, a tu señal, desata la vida. Y vívela.
Foto: Rafa Elorza