También esto pasará

Estoy leyendo También esto pasará de Milena Busquets. El título hace referencia a un cuento chino que habla del encargo de un emperador a los hombres más sabios de su reino: quiero guardar oculto dentro de mi anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total. Tiene que ser un mensaje pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo. Un mensaje que me ayude a mí, a mis hijos y a los hijos de mis hijos, siempre, en cualquier situación en la que requiera el mejor consejo.

Fracasados todos los intentos de los más sabios, al final fue un viejo y humilde sirviente el que entregó al monarca el mensaje: También esto pasará.

Este título y este cuento me han hecho recordar que una vez, siendo niño, escondí una peseta entre las piedras de un viejo muro. Fue en el camino que llevaba al río en aquel pueblo en el que pasaba largos veranos llenos de luz y calor. Era septiembre, aquel verano terminaba, y pronto volvería a mis inviernos en blanco y negro de pésimo estudiante en el colegio. Inviernos de miedos, vergüenzas e incomprensión entre sotanas y largos pasillos con olor a serrín.

Allí, en un hueco cualquiera de aquel muro, coloqué la peseta. Oculta y ciega a la luz de un otoño ya inminente. Me concentré tratando de imaginar la quietud, oscuridad y silencio que envolvería a esa moneda en los próximos nueve meses. Y es que allí estaría mi peseta mientras yo volvía a entrar al colegio, estaría tarde tras tarde cuando yo disfrazaba de estupidez la humillación de ser el peor. Mi peseta me esperaba al final del húmedo y oscuro invierno en la ciudad, invocando siempre el siguiente verano de luz y calor.

Después, cogí mi destartalada bicicleta y volví a casa. Sabía que aquel sendero que llevaba al río, el viejo muro, el hueco oculto, la peseta, estarían allí esperándome cuando yo regresase el próximo junio. Y que entonces, seguro, también eso habría pasado. Y eso me hizo sentirme un poco menos triste, un poco más fuerte.

Pasan la euforia y la vanidad, pasan la tristeza y la desesperanza. Pasan eso que llamamos éxitos y sus fracasos. Por eso en esas largas noches, donde pasado, presente y futuro empatan a cero conviene sacar de nuestros anillos el mensaje del humilde sirviente «También esto pasará” . Y creerlo. Y dormir.